Sabemos que alimentación moderna es una de las principales causas de los males de esta era. De aquí surge la necesidad de difundir aspectos que pueden contribuir a mejorar nuestra alimentación y así, nuestra calidad de vida.
Hemos oído hablar de los alimentos integrales y la importancia de preferirlos por sobre los alimentos conocidos como refinados, que hoy en día serían los más comunes. Pero ¿por qué? ¿Cuál es la diferencia entre los alimentos integrales y los “normales”?
Empecemos por entender en palabras sencillas que los alimentos integrales son aquellos que se encuentran en su estado natural, completo. Por ejemplo, en los granos, no les han eliminado el germen y el salvado en las partes exteriores. Por esto, consideramos alimentos integrales a las legumbres, arroz integral, pan integral, frutas y verduras que conservan todas sus características nutricionales, las cuales equilibran el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Por el contrario, los alimentos refinados son aquellos que son sometidos a procesos especiales para su mejor conservación y que ofrecen mayor rentabilidad a los productores, un aumento de la oferta comercial y un almacenamiento temporal más largo.
¿Qué tienen de malo los alimentos refinados? Por un lado, el mismo hecho de no consumir el alimento completo, perdiendo parte de sus propiedades; por otro lado, la gran cantidad de sustancias que se les agregan, tales como aditivos, colorantes, conservantes y potenciadores de sabor, que no son beneficiosas para nuestro organismo y no aportan los nutrientes necesarios. Así, realizamos una excesiva ingesta de calorías, donde las vitaminas y minerales casi no existen.
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